"Cada día se partía en mil pedazos. Un día no constaba de veinticuatro
horas sino de 86.400 segundos, y éstos no se sucedían en orden –no
formaban palabras y frases como hacen las letras– y, en consecuencia, no
tenía tiempo de hacer nada. Mis días se componían de impulsos que nunca devenían actos. Diez horas
no bastaban para hacer nada porque en realidad no eran diez horas, eran
solamente miles de millones de trocitos de tiempo, cada uno demasiado
pequeño para hacer algo con él".
“Las personas todavía sienten la necesidad de ir de un sitio a otro. Y
suelen sentirse decepcionadas al llegar. Pero hay ocasiones en las que
todas nuestras expectativas se cumplen. Y es un momento maravilloso: la
certeza de que estamos donde tenemos que estar. De algún modo es como,
por fin, estar en casa, pero muy lejos de casa”.
Geoff Dyer, no livro Yoga para los que pasan del yoga
Sem comentários:
Enviar um comentário